Con la aparición de la industria y la producción en serie el mercado se vio inundado del mismo producto, es en este contexto competir por marcas es una necesidad. Era preciso fabricar productos y la identidad con su marca.
Luego llegó la saturación de marcas, el mercado se lleno de productos con marcas y los empresarios comprendieron que lo importante no era producir productos sino comercializarlos. Y no presentas sus productos como artículos de consumo sino como conceptos, la marca como experiencia, como estilo de vida. Que produzcan los pobres para que vendan los ricos.
Entonces, la misión de Nike no es vender zapatillas sino “mejorar la vida de la gente y su estado físico y mantener la magia del deporte”. Polaroid no vende cámaras fotográficas sino un lubricante social. IBM no vende ordenadores sino soluciones empresariales. Swatch no se ocupa de relojes sino de la idea del tiempo. En Diesel Jean no venden vaqueros sino un estilo de vida.
Y entonces la gran locura, si la marca no es un producto sus posibilidades son ilimitadas. Si no es un producto puede ser cualquier cosa. Entonces nosotros compramos cualquier cosa.
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